ÁREA DE CIENCIAS DE LA SALUD. MORROS DE SAN JUAN

ÁREA DE CIENCIAS DE LA SALUD. MORROS DE SAN JUAN

X PROMOCIÓN DE MÉDICOS CIRUJANOS.

X PROMOCIÓN DE MÉDICOS CIRUJANOS.
UNERG.2010

PADRINO DE LA PRIMERA PROMOCIÓN. MISIÓN SUCRE.

PADRINO DE LA PRIMERA PROMOCIÓN. MISIÓN SUCRE.
ACTIVIDAD FÍSICA Y SALUD.

I PROMOCIÓN DE DERMATÓLOGOS.UNERG.2001

I PROMOCIÓN DE DERMATÓLOGOS.UNERG.2001
DERMATÓLOGOS.2001

PLACA DE RECONOCIMIENTO

PLACA DE RECONOCIMIENTO
X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

AFICHE.X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

AFICHE.X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

domingo, 23 de agosto de 2015

LAS ENFERMEDADES DEL GENERAL JOSÉ ANTONIO PÁEZ

XI ENCUENTRO DE CRONISTAS, HISTORIDORES
E INVESTIGADORES
ORTIZ 2015
LAS ENFERMEDADES DEL GENERAL JOSÉ ANTONIO PÁEZ

Edgardo Malaspina

Uno de los temas más atractivos en la Historia de la Medicina es el estudio  de las enfermedades y causa de muerte de personalidades prominentes. Es un ejercicio teórico, donde se analizan los síntomas y el cuadro clínico del personaje  estudiado a la luz de los adelantos de la ciencia médica actual y se comparan con los conceptos vigentes para la época que le correspondió vivir.
 El general Páez (Curpa, Portuguesa, 13 de junio de 1790 - Nueva York, 6 de mayo de 1873)  es el héroe venezolano de la guerra de  Independencia que más arriesgó su vida en innumerables combates, pero al mismo tiempo fue el más longevo. En sus primeros años de vida, tal vez, padeció de las enfermedades comunes de entonces, muy difundidas en Venezuela: parasitosis intestinales y paludismo.
Cuando era niño fue mordido por una culebra, episodio que se transformó en un trauma psíquico y que le provocó ataques epilépticos. Es muy conocido el asalto por parte de unos bandoleros que sufrió en su juventud y que cambió completamente su vida: mató a uno de los bandidos pero la recámara de su pistola estalló y le provocó una herida con desgarramiento interdigital entre el pulgar y el índice derecho.
Cuando Manuelote , en el hato La Calzada, lo somete a duros y humillantes trabajos sufre desgarramiento de la piel y músculos que se infectan  con miasis (gusano de monte).
En su juventud, Páez era un hombre de gran fortaleza. Una huella de un sablazo en una puerta conservada aún  en La Casa de la Cultura de Barinas, llamada  Napoleón Sebastián Arteaga nos lo demuestra. Aquí funcionó la cárcel  donde Páez fue detenido en 1813 y encerrado con grillos. Logró escapar y regresó para liberar a los otros presos. En su intento liberador le  cayó a machetazos a los gendarmes. Uno de esos golpes quedó para siempre en la puerta de entrada, y hoy es una de las piezas museísticas de la institución cultural. Páez en sus Memorias narra el hecho así: “Dirígime entonces a la puerta de la cárcel , eché pie a tierra, y sin decir una palabra a la guardia…comencé a repartir sendos sablazos con tal furia, que todavía se conserva la señal de uno de tantos en una hoja de la puerta…”

En los llanos de Casanare un oficial le mostró una serpiente ensartada en una lanza , lo que desencadenó un ataque epiléptico en uno de sus primeros combates con convulsiones y gran ausencia: pérdida de la memoria, dolor de cabeza, confusión mental. Persiguió solo en esas condiciones a los enemigos. Al regresar al campamento no recordaba nada. Este primer ataque es considerado de gran mal.
Los epilépticos  presienten la proximidad de un ataque. Eso se llama aura o factor desencadenante. El aura de Páez era una culebra o el nerviosismo antes de un combate. La carne de pescado la asociaba a la de las culebras, y por eso el pescado también le provocaba crisis. En la batalla de El Yagual, en 1816, sufre un ataque que cede cuando el general Urdaneta le rocía el rostro con agua proveniente de un cañón. Sufre iguales ataques en las batallas de Ortiz en 1818 y en la del trapiche de Gamarra en 1819. Pero en batallas muy violentas  como las de Las Queseras del Medio y Mucuritas no tiene ataques epilépticos.
En Carabobo recibe catorce lanzazos  que sólo rasgan su uniforme. Páez cae de su cabalgadura como consecuencia de un ataque epiléptico. El realista Antonio Martínez lo salva de ser pisoteado por los caballos. Lo coloca bajo un árbol de cañafístola para que repose. Páez se entera de la victoria de Carabobo dos horas más tarde de finalizada la batalla, la cual duró  cuarenta y cinco minutos. Páez reconoció más tarde que tuvo mucho miedo en la batalla de Carabobo, y esa emoción desencadenó, seguramente, el ataque epiléptico.
En 1848 fue hecho preso por su compadre José Tadeo Monagas. Fue recluido en el Castillo de San Antonio de la Eminencia, en Cumaná. Es recluido es un cuartucho, donde además de la mala alimentación debe acostarse en el piso para respirar aire puro a través de las rendijas  del tablado. Aquí enferma de neumonía. Es expatriado  a Nueva York, donde se le rinde un homenaje con parada militar. Su caballo resbala y se fractura el tercio inferior tibio-peroneal. Los huesos se consolidan mal y el general en adelante caminará con una ligera cojera.
 Luego del Tratado de Coche en 1863, Páez marcha a su exilio en Nueva York. Allí se queja de molestias urinarias. Tiene 73 años y probablemente esas molestias se relacionan con una hiperplasia prostática benigna. Visita un museo y al mirar una boa disecada se le desencadena un ataque epiléptico.
Al pasea por el Central Park se queja de retención urinaria. Los médicos lo sondean, y a los tres días pierde el conocimiento. Está en coma. Los reportes médicos informan que se orina y  se defeca solo en la cama, no se alimenta, no habla.

 El 6 de mayo de 1873 muere, a las siete y veinticinco de la mañana, a los 83 años de edad. El acta de defunción firmada por los médicos norteamericanos dice que murió de prostatitis y cistitis. Esa conclusión necrológica es dudosa porque  ambas entidades nosológicas  por si solas no provocan la muerte. Según estos datos la muerte del general Páez es muy probable que se debió a una insuficiencia renal. No obstante, de acuerdo a otras fuentes, Páez murió de una bronconeumonía, consecuencia de un fuerte resfriado, adquirido durante uno de sus paseos a caballo.

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